En París, una complicación con mi reservación me llevó a Saint-Germain-des-Prés, un barrio donde la historia, el arte y la bohemia se entrelazan. Aunque imprevisto, hospedarse aquí fue una de esas casualidades que terminan mejorando todo.
Saint-Germain-des-Prés es famoso por su legado literario y artístico, un lugar que en su momento fue el epicentro del existencialismo. Entre sus calles caminaron figuras como Jean-Paul Sartre, Simone de Beauvoir, Ernest Hemingway, y Juliette Gréco. Sus cafés históricos, como Les Deux Magots y Café de Flore, acogieron a intelectuales y artistas que moldearon el pensamiento del siglo XX. Su arquitectura tiene un aire romántico, y su conexión con el jazz lo convierte en un rincón vibrante de música e historia. Aquí nació el Bebop, y vivieron figuras como Miles Davis.
Un Paseo por el Louvre
A pocos minutos caminando estaba el Museo del Louvre, que me recibió con su icónica pirámide de cristal. Adentrarse en el Louvre es un viaje en el tiempo y en el arte: desde la mística sonrisa de la Mona Lisa, pasando por la imponente Victoria de Samotracia, hasta los enigmáticos códigos de las piezas egipcias. Entre las galerías, es fácil perderse y dejar que las obras maestras cuenten sus historias.
Jazz en Le Baiser Salé
Por la noche, seguí los ecos del jazz hasta Le Baiser Salé, un pequeño club que respira autenticidad. Esa noche, una banda de jazz latino llenó el lugar de improvisaciones vibrantes y sensuales. Era música que no solo se escuchaba, sino que se sentía en cada rincón.
“Rayuela” y París
De repente, todo tuvo sentido. Llevaba conmigo aquella vieja edición de Rayuela que había encontrado en un mercado callejero en Madrid, y ahora estaba en París, recorriendo los escenarios de la novela. Rayuela transcurre en gran parte en esta ciudad, donde los protagonistas, Horacio Oliveira y La Maga, viven una relación intensa y caótica en el contexto bohemio parisino. París se convierte en un personaje más, con sus puentes, cafés y calles reflejando la búsqueda existencial y el desarraigo de los personajes. Decidí seguir sus pasos, entrelazando mi experiencia con la historia.
Comencé en el Pont des Arts, donde comienza la novela y en otra época las parejas colgaban candados como símbolo de su amor. Aunque los candados fueron removidos por el peso que amenazaba la estructura, no pude resistirme a dejar el mío. Fue riesgoso, colgándome de una baranda para asegurar el candado a un poste de luz. Aunque el amor que representaba fue fugaz, el candado quedó sobre el Sena, con la Torre Eiffel y el Louvre como testigos.
Luego, seguí al Barrio Latino, con sus calles llenas de vida y cultura. Entre librerías, cafés y plazas, sentí que caminaba no solo por París, sino por las páginas del libro. París, al igual que en Rayuela, era un reflejo de preguntas y encuentros, de arte y de la búsqueda constante de significado.
Cazando Space Invaders
París es también un museo al aire libre, hogar de uno de mis artistas urbanos favoritos: Space Invader. Sus mosaicos, inspirados en el videojuego clásico, adornan las paredes de la ciudad. Armado con un mapa, fui tras sus obras, que aparecían en esquinas inesperadas como pequeñas sorpresas pixeladas. Su técnica de mosaicos cerámicos le da una permanencia única al arte callejero, fusionando lo retro y lo moderno en una ciudad eterna.
Más arte callejero de París…
Mouline Rouge: La magia del Cabaré
Ubicado en el icónico barrio de Montmartre, en la calle de Clichy, el Moulin Rouge es mucho más que un símbolo parisino. Fundado en 1889, este legendario cabaré ha sido testigo de más de un siglo de historia, arte y glamour, consolidándose como el espectáculo de cabaré más famoso del mundo.
Cuando visité el Moulin Rouge, sabía que estaba a punto de experimentar algo único. La entrada incluía una deliciosa cena acompañada de una botella de vino, preparando el escenario para lo que sería una velada inolvidable.
El espectáculo fue, sencillamente, maravilloso. Decenas de talentosos bailarines desplegaron coreografías impecables mientras los escenarios y vestuarios cambiaban con una velocidad asombrosa. La elegancia, el colorido y la energía que llenaron la sala fueron espectaculares, logrando que cada instante fuera mágico. Visitar el Moulin Rouge es una experiencia imperdible para quienes desean sumergirse en la esencia del cabaré parisino.
De fiesta con la Historia
Para terminar la experiencia parisina, me reuní con una amiga costarricense y recorrimos bares toda la noche y hasta bien entrada la mañana. Después de beber, reír y bailar, desayunamos en Les Deux Magots, uno de los cafés emblemáticos de Saint-Germain-des-Prés, donde Picasso, Borges y Sartre debatieron y soñaron. Fue un momento perfecto para despedirme de la ciudad.
Próximo Destino: Roma
Con París grabado en mi corazón, era hora de partir hacia Roma.